El zurdo Enny Romero no apareció en ninguna liga veraniega en los últimos dos calendarios. Las sombras de la postrimería parecieron arroparle y es cuando los Leones del Escogido deciden apartarse de un rostro habitual.
Nada reprochable, sumando que cumplirá 34 años en enero próximo.
Es el Estadio Cibao y Águilas Cibaeñas donde se le acoge, presente de inmediato en la convocatoria de la pretemporada y allí identifica cada fortaleza de su mecánica. Lo siguiente es conocido: el camino a Lanzador del Año en el torneo dominicano, vistas las siete salidas donde limita a la ofensiva a .488 de OPS.
No duda en aprovechar la oportunidad, y en cada perreo nos recuerda la vena de competitividad por la cual corre su sangre. Disfruta el juego, tiene la mente siempre en él. Y nos habla de la “pitchability”, porque le da carácter a tres lanzamientos con capacidad de comando. Sabe lanzar, dicho en palabras llanas.
La proporción de hits y boletos por entrada (o WHIP) es un diminuto 0.97, así que siquiera un bateador está asegurando un lugar cuando “Catanga” está en el montículo. Es un abridor inusual en estos niveles: pone rectas de 93 millas por hora en el cuadrante, y un escaso número de sus pares alcanza ese promedio.
Complica la existencia de cada bateador una vez comienza lanzando bolas rápidas de cuatro costuras.
Pone el blanco en la zona media-alta y dispara con 93-96 mph. Es un lanzamiento que, por efectos de gravedad, “cae poco”, en tanto crea un “efecto rising” que parecía “subir” en dirección hacia el plato por sus 19.3 pulgadas de movimiento vertical inducido.
Por el tiempo que manipula este pitcheo, lo deposita dentro del cuadrante el 37.9 por ciento de las veces, mientras que las ofensivas terminan convertidas en polvo luego de batear .118 contra ese envío de manera particular.
En esa trama de juegos mentales para superar a los contrarios, aparece en el guion aquella recta de dos costuras –diferente a los típicos sinkers, dado la reducida caída– que le permite navegar de los bordes hacia afuera. Y la suerte de los rivales no es distinta, conociendo de una producción tan baja como explica el .194.
Esta opción alcanza similitud con la recta tradicional gracias a un mismo rango en velocidad y movimiento inducido, pero que “corre” en forma horizontal con -12.9 pulgadas, lo suficiente para engañar a los bates luego de parecer dirigirse al mazo y terminar moviéndose a los lados.
Una vez obtiene los strikes de estos, aplica dosis con el slider, demostrando que no solo tira pedradas.
Desarrolla un movimiento de “gyro”, por lo tanto, emprende rumbo con desplazamientos en forma de espiral y su caída está siendo 2.1 pulgadas verticales más que el promedio.
Las fortalezas de este repertorio garantizan que Enny Romero haya superado las cinco entradas en cada una de sus aperturas, continuando con la narrativa de ser un abridor lejos de los moldes habituales en la pelota invernal.
Encabeza a los lanzadores calificados en efectividad (1.25), promedio de bateo en contra (.182), ponches (35) y salidas de calidad (7).
En resumen, la novena amarilla consiguió un veterano en estado saludable que brinda oportunidad de victorias cuando sube la lomita, puede explotar con velocidades y crea engaño que, en la conjugación, conducen a “pasar bates”.
Fue adquirido en un intercambio por los relevistas Odalvi Javier y Brayan Castillo, el 23 de junio pasado.