Nuevamente, se ha modificado la Constitución de la República, promulgada en el año 2010. ¿Era necesario? ¿Qué aporta esta decisión del presidente Abinader? Sin ser abogado y desde el punto de vista ciudadano, además de mi experiencia en los últimos procesos políticos y electorales, quiero compartir algunas reflexiones.
La Reforma Constitucional de 2024, impulsada por el presidente Luis Abinader, tiene como objetivo fortalecer la democracia dominicana mediante la creación de límites claros al poder, asegurar la independencia institucional y modernizar el proceso electoral.
Para ello, establece la imposibilidad de modificar la Constitución para permitir un tercer período presidencial, garantizando así la alternancia democrática. Esta medida se asegura a través de la inclusión de una cláusula pétrea en el Artículo 268, que amplía la inmutabilidad de la elección presidencial, y del Artículo 278, que prohíbe a los funcionarios intervenir en funciones relacionadas con las elecciones. Además, hay una cláusula transitoria que establece que el próximo presidente electo en 2024 no podrá ser candidato en el futuro.
Otro elemento que ha preocupado a la ciudadanía, y del que se ha abanderado el Presidente, es el relativo a la independencia del Ministerio Público. Esta independencia garantiza la persecución, sin temor a represalias políticas, de la corrupción administrativa.
La reforma introduce un sistema de selección más robusto para el Ministerio Público. Específicamente, el Procurador General será propuesto por el Consejo Nacional de la Magistratura, con un período de cinco años, y los Artículos 178 y 179 establecen esta estructura independiente.
Respecto a la modernización del proceso electoral y las mejoras en la representación, la Constitución reformada responde a un clamor derivado de las experiencias electorales post 2010, el elevado costo de los procesos electorales y la proliferación de puestos políticos.
A partir de 2032, las elecciones presidenciales, congresuales y municipales se unificarán en el mismo día para mejorar la eficiencia y reducir el gasto público. Asimismo, el número de diputados se reducirá, pasando de 190 a 170, optimizando así la representación en el Congreso.
Finalmente, quiero compartir algunos avances que, además de esta reforma constitucional, son un legado indiscutible del Presidente Abinader y —aunque suene repetitivo— no debemos minimizar: su determinación hacia la recuperación económica del país en la postpandemia.
Esto lo ha logrado apostando con seguridad y determinación al turismo. Es la primera vez, curiosamente, que un presidente se convierte en abanderado del turismo y, con él, apalanca el crecimiento económico. Además, su estilo de liderazgo cercano, atento y democrático proyecta a nuestro país como un modelo de estabilidad regional.
La economía dominicana ha mostrado un crecimiento sólido del 5.1%, logrando un máximo histórico en el empleo y atrayendo inversión extranjera significativa. Este crecimiento ha ido acompañado de una inflación controlada y una reducción en los niveles de pobreza.
Según el FMI, la República Dominicana se destaca como una de las tres economías de América Latina con mayor estabilidad y crecimiento, con baja inflación y un modelo de gestión económica estable, siendo un referente de resiliencia en la región.
Sin dudas, somos un país afortunado por la calidad del liderazgo político que tenemos, y ojalá no lo demos por descontado.