Opinión

El profesor Ramón Rosario Cocco es uno de esos personajes icónicos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), un catedrático no muy tradicional, servicial, amigable; a veces medio filósofo, con un poco de poeta, algo de locura e indudablemente humano.

En la carrera de Comunicación Social, Cocco es el maestro más popular, imparte muchas asignaturas y la mayoría de los bachilleres quieren cursarla con él. Cocco es la vuelta dicen algunos. Es la única forma en la que un «estudiante lento» puede pasar con 100.

Corría el segundo semestre de 2010 y aunque no recuerdo el nombre de la asignatura, sé que la impartían en el Edificio Eugenio María de Hostos, que por un asunto de economía lingüística, los uasdianos siempre abreviábamos “EH”. Llegar hasta ese lugar a pie, si se entra a la UASD por la puerta de la Gómez, es una proeza similar a la de Gokú en el «Camino de la Serpiente».

Por mis quehaceres en la dirigencia estudiantil, ese día llegué tarde y me encuentro al emotivo profesor recitando y escribiendo en la pizarra una canción de Arjona:

«Ella es de La HabanaÉl de Nueva YorkElla baila en TropicanaA él le gusta el rockElla vende besos en un burdelMientras él se gradúa en U.C.L.A».

«Ella es medio marxista…»,-Como tú García, dijo mientras me guiñaba el ojo y me mostraba su reloj, para indicarme que había llegado tarde… así como, “te vi”.

Luego volvió a completar la estrofa con su trozo de tiza en manos y repetía en voz alta:

«Ella es medio marxistaÉl es republicanoElla quiere ser artistaÉl odia a los cubanosÉl cree en la Estatua de la LibertadY ella en su vieja Habana de la soledad».

Yo todavía no entendía de qué iba la clase, pero al igual que la mayoría, disfrutaba oírlo recitar, lo hacía con mucha pericia.

«Ella mueve su cintura al ritmo de un tan-tanY él se va divorciando del Tío SamÉl se refugia en su piel, la quiere para élY ella se va olvidando de Fidel.¿Qué sabían Lenin y Lincoln del amor?¿Qué saben Fidel y Clinton del amor?».

-Shuuuuu, silencio carajo, oigan esto; esta es la parte en la que el “gringo” conoce a la morena:

«Ella se sienta en su mesaÉl tiembla de la emociónElla se llama TeresaY él se llama JohnElla dice «hola, chico», él contesta «hello»ella no le para el pico, él dice «speak slow».

Pasada las 7:00 de la noche y en dos pizarras completas, el carismático catedrático terminó de escribir la canción y entonces nos dijo:

-Con esa hermosa composición, les he explicado que para comunicarse no hay que tener una misma cultura, ni las mismas creencias, ni los mismos valores, es más; ni siquiera tienen que hablar un mismo idioma.

Fue en ese momento que una de las compañeras de clase intervino y le ripostó:-maestro, pero no se hubiese ido tan lejos, aquí hay una canción que explica eso muy bien.

-Ajá, ¿dígame cuál?

-Oh, la del poeta Ramón Torres, No speak spanish my love… sobraría decir que clase se convirtió en un mar de carcajadas.

Ángel García

El autor es periodista y locutor

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